Amor no correspondido.

A veces suelo sentarme en casa mirar al techo y pensar en vos, no sé cada cuanto suelo repetir esa acción que de una me manda a escuchar tu voz, a veces suelo mirar al cielo y en un tracto de segundo un fragmento de aire te trae hasta mí dibujando una sonrisa en medio de la brisa que me abraza y me acaricia.

Suelo divagar imaginando ese momento, un momento de ternura, esa sola sensación que me trasmite una emoción, cargada de algo más que un corazón desbordando más que una mala tentación. Oh tentaciones de la carne, oh tentaciones del alma que no logro consentir y aunque a veces de ti yo me logro resistir no hay segundo en el que no desee más que tenerte aquí.

¿Cada cuánto podré verte?, ¿Cada cuánto podré tenerte?, suelo repetir en el fondo de mi mente, y al encontrar las respuestas todo se paraliza y de repente no hago más que reír mirar al cielo y acordarme de ti.  

Son preguntas con una respuesta algo inherente… Son preguntas algo inertes quizá las respuestas sean duras y algo incipientes ya que al ser más realista y consciente de mí tu no buscas más que un rato de lujuria más que un acto de insensatez porque al ser una gran estupidez de mi te burlas cada vez que podes.  Cuanto más aguantaré estar sola y rogando a tus pies, será acaso este el momento de dejarte solo y en desnudez para que de una tengas que correr y suplicar mi regreso, un regreso anticipado que de un golpe me has suplicado, un regreso de tristeza que me hacen sentir presa, no lo sé.

Si de algo estoy segura es que de ti no deseo ya más nada, ya lloré toda la culpa que me hacía sentir desalmada, toda la tristeza que de mi cuerpo hacia una aspereza ya se fue de mi realidad, ahora, aunque igual que antes sola me he de encontrar, la felicidad día a día forma parte de mi vida ya que de ti no necesito para poderme sentir viva, he logrado superarte ya de ti no quiero nada más.