Mi niño

Cejas que enmarcan la dulce mirada
que da la inocencia de la edad temprana,
pestañas rizadas adornan sus párpados
y el iris brillante se mueve danzando
como bailarines con los pies descalzos,
se impregnan del mundo que tocan sus pasos.

En su mirada profunda yo siempre encuentro consuelo,
cuando me observa sonriente el mundo pierde su velo,
la oscuridad se ilumina y el suelo parece el cielo;
mi niño tiene en sus ojos dos destellantes luceros
que alumbran cálidamente las noches de mi desvelo.

Que en su mente divertida nunca exista la tristeza
y en su corazón de niño reine siempre la nobleza,
que su voz, aguda y fuerte, grite siempre de alegría
Y con ella estremezca las penas del alma mía.